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Manipulación de la Percepción del Tiempo – El potencial narrativo de la velocidad de cuadros (con ejemplos de películas)

Manipulación de la Percepción del Tiempo - El potencial narrativo de la velocidad de cuadros (con ejemplos de películas)

El tiempo es relativo, más aún en el cine. Como cineastas, hemos desarrollado una enorme cantidad de trucos para acelerarlo, ralentizarlo, congelarlo o interrumpirlo. Incluso podemos vislumbrar el pasado o el futuro si es necesario. El tiempo en el cine es un tema enorme por sí solo. Aquí, sin embargo, lo reduciremos y le echaremos un vistazo renovado a una de las configuraciones más básicas que todo director de fotografía o camarógrafo encuentra a diario: la velocidad de cuadros. ¿De dónde surgen convenciones como 24fps, cuándo podemos ignorarlas y cómo utilizar la velocidad de cuadros como una herramienta para contar historias? Vamos a explorarlo juntos desglosando algunos ejemplos interesantes de distintas películas.

La razón por la que nosotros, los cineastas, alteramos el tiempo en las películas es simple. Nuestro objetivo no es representar la realidad 1:1 sino crear una historia dramática. Para eso, incluimos sólo aquellos momentos que contribuyen a la narrativa, dejando de lado el resto. Ahora bien, incluso sin edición, a veces manipulamos el tiempo directamente dentro de la toma. ¿Por qué? Con suerte, tu respuesta no será sólo “porque luce interesante” sino “porque mejora la historia”.

Configuración de cámara con velocidad de cuadros convencional

Cuando empiezas a dar los primeros pasos en cinematografía, aprendes rápidamente los ajustes básicos de la cámara. La velocidad de cuadros es uno de ellos, junto con el ISO, la apertura y la velocidad de obturación. Tal como menciona el educador y director de fotografía de renombre mundial Philip Bloom en su curso de MZed “Filmación de Películas para Fotógrafos”, crear un look “fílmico” requiere ciertas reglas y limitaciones; Entre ellas se incluyen, por ejemplo, que los vídeos cinematográficos se filmen y proyecten principalmente a 24fps o 25fps (abreviatura de “frames per second”/“cuadros por segundo”). El primero se usa para películas y el segundo es para producciones televisivas fuera de Estados Unidos, o al menos eso dice la convención.

Fuente de la imagen: MZed

La otra regla es que la velocidad de obturación debe ser el doble de la velocidad de cuadros. Por ejemplo, si filmas a 25fps, la velocidad de obturación debe establecerse en 1/50. Como explica Philip Bloom, esto nos permite capturar los movimientos más naturales, consiguiendo un desenfoque de movimiento que es agradable para nuestra vista. El país donde se filma también influye en esta decisión. A nivel mundial, tenemos dos salidas eléctricas: 50 hercios (llamado sistema PAL) y 60 hercios (sistema NTSC). Digamos que estás en Inglaterra, un país de 50 hercios. Configurar tu cámara a 25fps y un obturador de 1/50 coincidirá perfectamente con la frecuencia del suministro eléctrico. Sin embargo, en cuanto saltamos la regla o nos salimos del ritmo, podemos experimentar parpadeos en la iluminación doméstica:

Si quieres jugar con los ajustes de velocidad de cuadros (por diferentes razones), entonces deberías utilizar dispositivos de película profesionales o trabajar al aire libre con luz natural. Ambas soluciones no te causarán problemas de parpadeo. En Estados Unidos o Australia, la electricidad es de 60 hercios. Pero por lo general, en lugar de grabar a 30fps con un obturador de 1/60, prefieren hacerlo a 24fps con un obturador de 1/48 y así evitar las luces domésticas en la toma. ¿Por qué? Porque 24p sigue siendo el punto óptimo para un lograr un look cinematográfico.

¿De dónde vienen los 24 cuadros por segundo?

Lo aprendemos de memoria en las escuelas de cine, como un mantra: usa 24fps (o 23.976fps). Algunas personas están convencidas de que esta velocidad de cuadros parece más natural y “real”. Pero no, la razón detrás de este número exacto tiene raíces históricas. Mediante prueba y error, los primeros cineastas descubrieron que la ilusión de movimiento comienza a 16fps. Al caer por debajo de este umbral, el cerebro percibe imágenes fijas separadas en lugar de conectarlas a una película consistente. Todas las películas mudas se filmaron utilizando este descubrimiento (alrededor de 16-18fps) pero luego se proyectaron más cerca de los 20-24fps. Por eso, cuando vemos las obras de Charlie Chaplin, parecen ligeramente aceleradas y esto realza el efecto cómico:

Cuanto mayor sea la velocidad de cuadros mejor será la ilusión y los creadores lo entendieron ya en ese entonces (de hecho, el famoso inventor Thomas Edison creía que la velocidad óptima para nuestra percepción era 46fps). Pero el material de película era bastante caro, por lo que la solución económica fue hacer un compromiso entre la cantidad de material que se necesitaría y la cantidad de cuadros por segundo capaces de crear un movimiento realista aceptable. A saber: los viejos 24fps, que se convirtieron en el estándar de la industria.  

Desde “The Jazz Singer” en 1927, la mayoría de las películas se han producido a 24fps. Nos acostumbramos a este look. No tiene nada que ver con la percepción “auténtica” de la realidad (y es por eso que la mayoría de los juegos de computadora y experiencias de realidad virtual tienen una velocidad de cuadros considerablemente más alta). Al igual que en el caso de los lentes anamórficos, 24fps se convirtió para el público en un signo subconsciente de cine de “calidad”, porque esta versión estilizada de la realidad es tradicional en el cine. Algunos intentaron rebelarse contra esta convención. Así, Peter Jackson lanzó su primera película de “Hobbit” en 2012 a 48fps, pero ésta no se sintió “correcta” a los ojos de los espectadores.

Mayor velocidad de cuadros para el slow-motion

Aumentar los números por el simple hecho de hacerlo podría no ser una decisión acertada. Sin embargo, aumentar la velocidad de cuadros aportó la capacidad de manipular la percepción del tiempo. Estoy hablando del slow-motion, una herramienta cinematográfica muy famosa.

Originalmente, este efecto se creaba pasando la película a través del gate más rápido que el estándar pero luego proyectándola a 24fps “normales” (ahora utilizamos el mismo principio también en la cinematografía digital). Cuanto mayor sea la velocidad de cuadros a la que se graba la película, más lento aparecerá el movimiento. Solemos asociarlo con tomas de acción que incluyen explosiones, tiroteos y otras escenas intensas y repletas de contenido. Últimamente, las velocidades de cuadro más altas han penetrado incluso en los anuncios mundanos, y de repente vemos a empresarios en una reunión, hablando entre ellos en slow-motion mientras la cámara gira a su alrededor. Para algunos directores de fotografía, esto resulta conveniente porque el movimiento suavizado puede cubrir temblores ocasionales de la cámara u otros problemas.

El uso excesivo del slow-motion en escenarios aleatorios para mí es una señal de pereza o de mal gusto. Personalmente, creo que es mejor conseguir un gimbal decente u optar por uno portátil.

Guarda el slow-motion para momentos emotivos

Verás, el slow-motion es un efecto bastante poderoso, que se siente como si el tiempo se congelara y la velocidad de la acción circundante disminuyera. Produce una reacción emocional y funciona como énfasis en momentos dramáticos. A modo de ejemplo, echémosle un vistazo a esta escena de “Raging Bull”, de Martin Scorsese, prestándole especial atención al fragmento del minuto 02:05:

Aquí, dentro del ring de boxeo, la intensidad de la acción es tan alta que los realizadores podrían haber optado por usar el slow-motion en toda la escena. Sin embargo, mantuvieron este efecto hasta el momento en que Jake La Motta se debilitó. De repente, la realidad se ralentiza y vemos el mundo a través de los ojos de Jake hasta que se da el golpe final. Es un cambio de perspectiva narrativa de objetiva a subjetiva, y además aumenta la simpatía hacia el personaje. ¿Habría funcionado si los creadores de películas no hubieran utilizado con cuidado esta herramienta? Lo dudo.

Otro ejemplo, cuando el slow-motion nos lleva al interior de la cabeza del personaje, es la famosa secuencia de “American Beauty” de Sam Mendes:

Aquí, el cambio de tiempo parece surrealista, como si se tratara de un sueño. De hecho, es un sueño, un deseo, un sentimiento de estar enamorado en el que emerge el protagonista. Enfatizarlo con una velocidad de cuadros diferente agrega una capa adicional a la narración visual.

Creando universos donde el tiempo transcurre de manera diferente

La posibilidad de manipular el tiempo también nos permite construir universos cinematográficos donde las leyes físicas difieren de nuestra realidad ordinaria. Por supuesto, todos conocemos las secuencias icónicas con balas de “The Matrix”:

Técnicamente, aquí los creadores abordaron el slow-motion de manera diferente. Combinaron imágenes de 120 cámaras fijas diferentes y dos cámaras de vídeo, lo que les dio la libertad de crear movimientos dinámicos en la posproducción. Si estás interesado en el equipo que construyeron y el flujo de trabajo de VFX, puedes obtener más información al respecto en el siguiente vídeo:

Otro ejemplo de incorporación de este tipo de tomas a la propia narrativa es “Inception” de Christopher Nolan. El efecto que enfatizan en esta película épica es cómo el tiempo transcurre de manera diferente en las diferentes capas del sueño por las que navegan los personajes:

El momento más impresionante es la caída del coche desde el puente. Filmaron esta secuencia (y otras imágenes en slow-motion) con una cámara Photosonics 4ER, frecuentemente a 1000 o más cuadros por segundo. Dato curioso: esta cámara se utilizó inicialmente en las décadas de 1960 y 1970 para aplicaciones de instrumentación fotográfica, como documentar lanzamientos de vehículos espaciales de la NASA.

Usar diferentes velocidades de cuadros para fines de intensidad

Como mencioné anteriormente, el slow-motion es excelente para comunicar la intensidad de una escena. Si suceden muchas cosas, estas tomas nos permitirán ver los detalles más finos. Un buen ejemplo es esta escena de “Pirates of the Caribbean”:

Al mismo tiempo, puedes utilizar diferentes velocidades de cuadros incluso en una sola toma si lo que buscas es enfatizar la velocidad de transformación. Este efecto se llama rampa de velocidad de cuadros o simplemente rampas de velocidad (este es el nombre más utilizado). Ocurre cuando comienzas a reproducir el clip a un ritmo y lo ralentizas (o lo aceleras) a mitad de la acción.

Otra herramienta común que todo el mundo necesita conocer con respecto a la velocidad de cuadros es el timelapse, pero hablaremos sobre eso en nuestro próximo artículo sobre la velocidad de obturación.

Movimiento rápido para comprimir el tiempo

No podemos concluir este texto sin mencionar el movimiento rápido, ¿no? Tal como sugiere el nombre, este efecto es lo opuesto al slow-motion y se produce cuando la velocidad de cuadros de captura es menor que la de proyección. Esto es lo que dice el libro “CInematic Storytelling” al respecto:

Al romper el barniz de realidad, las escenas en cámara rápida se separan inmediatamente del resto de la película. En consecuencia, la cámara rápida está reservada para aquellos momentos que necesitan destacarse. Por lo general se utiliza en la comedia, pero también puede resultar eficaz en el drama.

Un ejemplo del uso de la técnica del movimiento rápido es la escena del bricolaje de “Amélie”. En ella, la protagonista falsifica una carta del amante de su casera para ayudarla a sanar su corazón roto. Toda la película está llena de realismo mágico, por lo que el director utiliza habitualmente efectos exagerados como este. Aquí, el movimiento rápido logra la compresión del tiempo. Nos avanza rápidamente a través del proceso hasta llegar al resultado:

Al igual que el slow-motion, la cámara rápida puede sumergirnos en la percepción alterada de la realidad de los personajes. Es por eso que esta herramienta es una invitada frecuente en “Requiem for a Dream” de Darren Aronofsky, junto con sus famosos montajes de ritmo rápido.

Los personajes de esta película buscan constantemente alivio para su adicción. Cuando finalmente logran hacerlo, el tiempo en su percepción se acelera y pasa tan rápido que apenas logran disfrutarlo. Y el círculo comienza de nuevo.

Velocidad de cuadros: el pulso del cine

Conocer las reglas y convenciones es importante. Usar este conocimiento para romperlas intencionalmente es lo que produce la magia cinematográfica. Es posible que nos quedemos con los 24fps debido a su look que nos resulta familiar, pero esto no significa que no podamos usar diferentes velocidades de cuadro para alterar el tiempo, enfatizar momentos dramáticos intensos o lograr una reacción fuerte (positiva o negativa, no importa) de los espectadores.

¿Cuál es tu enfoque al respecto? ¿Utilizas el slow-motion a veces simplemente porque sí, o siempre piensas en el propósito de la toma y cómo ejecutarla? ¿Qué velocidad de cuadros prefieres? ¡Cuéntanos en los comentarios a continuación!

Imagen principal: fotogramas de “The Matrix” de los Wachowski (1999), “American Beauty” de Sam Mendes (1999) y “Pirates of the Caribbean” de Gore Verbinski (2003).

Descargo completo: MZed es propiedad de CineD

Fuente adicional: “Cinematic Storytelling” de Jennifer Van Sijll, 2005.

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